Uno de las cosas que más añoro de mi época de instituto es el recreo. Mi instituto está a tres calles de Arco del Triunfo, o mejor dicho a tres calles de Gigamesh y Norma Comics. Durante el recreo mis compañeros solían ir a jugar a fútbol al patio o robar en la tienda de chuches, mi recreo solía ser ir a cualquiera de estas tiendas a mirar las estanterías y de vez en cuando, si conseguía ahorrar un poco comprar algo. En una de esas visitas me hizo con El Ojo del Mundo, el primer libro de La Rueda del Tiempo y hasta día de hoy esa decisión me ha perseguido.
Robert Jordan, autor de la saga, como George R. Martin, no supo medir cuantos bien cuantos libros escribiría y lo que empezó siendo una trilogía acabaron siendo quince libros. De los quince, uno es una precuela y los tres últimos los escribió Brandon Sanderson una vez muerto el creador, aquí podemos vislumbrar el futuro de alguna otra saga. Cuando al empezar os he dicho que es una de mis pesadillas es porque aun no he conseguido acabar la serie y voy ya por la tercera lectura de alguno de los libros.
La Rueda del Tiempo es una saga muy clásica, nos narra el enfrentamiento entre el bien y el mal, de clara inspiración europea/católica, en un mundo regido por un concepto tan oriental como la naturaleza cíclica del cosmos. Este enfrentamiento entre el bien y el mal lleva ocurriendo toda la eternidad y el apogeo del mismo es el Tarmon Gai’don. Cuando llegue el día el elegido, en este caso el Dragón Renacido, se enfrentara a Shai’tan, el Oscuro. Como podes ver nada nuevo bajo el sol.
Pero si no ofrece nada nuevo donde está la gracia. Para mi uno de los mayores logros del autor es la construcción del mundo, la mitología y en especial la utilización de la magia. El mundo es rico, no solo en países sino en culturas, si bien todo empieza como muy europeo renacentista a lo largo de los libros iremos conociendo otras culturas como los Aiel, un pueblo guerrero del desierto, los Ath’an miere un pueblo de comerciantes marineros entre otras. De todas estas culturas acabaremos conociendo sus leyendas y su historia en un bellísimo ejercicio de creación de un mundo.
La magia es otro de los elementos supertrabajados. Toda la magia proviene de una misma fuente, esta fuente esta dividida en una parte masculina y otra femenina. Obviamente no todo el mundo puede acceder a esta fuente de poder y para añadir un poco más de dramatismo el oscuro ha contaminado la parte masculina. Esto hace que la parte masculina vuelva loca a aquellos pobres desgraciados que tienen capacidad para usarla. Por culpa de la locura que provoca las mujeres capaces de canalizar el poder, agrupadas en la orden de las Aes Seadi, dan caza a aquellos hombres capaces de utilizar magia. A esto hay que añadir un complejísimo sistema de objetos que interactúan con el poder y mundos oníricos.
Pero todo no son cosas buenas, el autor se pierde. Crea un mundo tan rico y vivo que al final tiene demasiados protagonista y subtramas abiertas. Yo he leído hasta el octavo volumen y tengo ganas de que se centre en los cuatro o cinco protagonista de los primeros libros y por lo que he leído en diversas críticas es un problema que va en aumento. La lectura no diría que sea especialmente ágil como la que nos propone Abercrombie, creo que se asemeja más a la pasión por la descripción del maestro Tolkien salvando las distancias.
Como con casi todos los mundos de estilo los derechos se han vendido para multitud de cosas. Hay un videojuego de ordenador con una historia no canónica, un juego de cartas no muy bueno, una serie de cómics que adapto la precuela y la primera novela, un libro de ambientación para D20 S publicado por Wizards of the Coast a quien tiene toda la pinta que le regañaron porque contradecía cosas de los libros y un horrible piloto de una serie de televisión que os dejo al final del post.
Parece que he gastado muchas palabras y no os he contado mucho realmente sobre La Rueda del Tiempo, pero en una sola entrada no da para profundizar mucho en una saga de quince libros. Por no hablar no os he hablado de los protagonistas, ni de como se desarrolla la historia. Pero es que lo que me enamoró de esta serie es su mundo y de eso es de lo que quería hablar hoy. Si eso ya os hablaré otro día de Rand al’Thor, los Renegados o los Senchan. Hasta entonces solo recordad una cosa la rueda gira y gira y toda lo que ha ocurrido volverá a ocurrir.