Este pasado fin de semana se ha realizado en Barcelona, como todos los años en estas fechas, el XIX Saló del Manga, y habiendo asistido al evento, vamos a comentar una de las situaciones más curiosas y dantescas de lo sucedido estos días.
Como se ha mostrado en las noticias de varias cadenas de televisión estatal, la organización fue desbordada por la cada vez mayor asistencia, habiendo momentos en los que se cortaba la entrada o dejaban de vender entradas, diciendo a los asistentes que volviesen al día siguiente, que como las entradas no tienen fecha sirven para los 4 días.
Me presenté en la plaza de España el viernes a las 10 de la mañana, siendo la primera vez que iba al evento en su nueva ubicación, ya que el año pasado no pude asistir y el anterior todavía se celebraba en la Farga de l’Hospitalet, un local bastante más discreto que el actual, y me encuentro que la cola, que empieza en las taquillas hace recorrido de ida y vuelta por toda la Av. Reina Mª Cristina, haciendo varias eses hasta la salida de metro… y esa era la cola para comprar entrada…
Otra cola igual de larga se manifestaba en la acera de enfrente, para entrar al evento. Y resultó que hacía calor… mucho calor… acostumbrado que cuando se hacía en la Farga, casi siempre había un día de lluvia… la gente disfrazada, dependiendo del disfraz, no debía estarlo pasando bien. Y claro, el viernes, era el día de entrada gratuita para la gente que fuese disfrazada… sin criterio ninguno, podías ir de personaje de manga, ponerte un rombo verde en la cabeza y decir que vas de personaje de los Sims, de Hitler vestido de sirvienta como en la película Little Nicky… Todo vale… Si yo fuese de seguridad a tres cuartas partes de los disfrazados les habría dicho que me enseñasen el manga en el que salen o a pagar los 7 euritos fresquitos que valía la entrada… “¿Disculpa? ¿Ramus del League of Legends? A pasar por caja”.
Como no, presencié algunos momentos de ligero disturbio con personas que decían que otros se habían colado, y los agentes de seguridad amenazando a los que se colasen de que no iban a entrar al recinto.
Fue muy divertido, el momento de llegar ya a la entrada, 3 horas después de haber llegado a la zona, con el ticket en la mano, y que justo cuando quedaban dos personas para que me tocase entrar, los de seguridad pusieron la cadenita y nos dijeron “hay que esperar media hora para entrar, que el recinto está lleno”. Mandé a mi hermano a por unas latas y le dije que lo primero a localizar al entrar, era el bar y el servicio.
Dentro, la cantidad de gente era abrumadora, aunque me quedé fascinado de lo mucho que ha crecido el evento y de lo grande que era todo, era difícil pasear por la zona de tiendas, habían zonas libres con moqueta en el suelo para que la gente se sentase, o se rebozase, que para el caso es lo mismo.
Nintendo hacía concursos y daban camisetas, mi hermano quería una, pero no había horario establecido, dejaban a la gente jugar y cuando les parecía, hacían subir a grupos de 4 para jugar al Rayman Legends, al menos 50 3DS con demos de las novedades, delante un stand de Microsoft con Xbox 360 y unas cuantas Xbox One con demos de los juegos de salida (sólo probé el Killer Instinct, remontando de forma épica un Glacius vs. Jago del que estaría orgulloso Daigo Umehara).
A media tarde, con la aglomeración y jaleo, decidimos volver a casa, sin haber pasado por el pabellón de exposiciones y con un dolor de cabeza que amenazaba a dejarme en cama todo el fin de semana.
Esperemos que el año que viene, ojo que será la 20ª edición, esté mejor montado el salón, o se va a liar…