Marte, el gran mito de la ciencia ficción (II): pioneros y poetas

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Para hallar el origen de la narrativa de ciencia ficción marciana es necesario remontarse a finales del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana. Es allí donde, en 1898, el escritor Herbert George Wells comienza a publicar la que será, finalmente, su obra más famosa, La guerra de los mundos. Wells era ya un escritor de renombre gracias a novelas como El hombre invisible (1897), La isla del Dr. Moreau (1896) y, sobre todo, La máquina del tiempo (1895).

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H. G. Wells, en una imagen de juventud
 
En La guerra de los mundos, Wells narra la invasión violenta de la Tierra por parte de una civilización marciana mucho más desarrollada que la terrestre, a bordo de máquinas de guerra semejantes a trípodes con armas devastadoras. La supuesta invasión comenzaba, con toda lógica, en el país más poderoso del momento, la potencia colonialista británica: así, La guerra de los mundos se tornaba en una reflexión acerca del imperialismo, la libertad y la justificación de la violencia como lucha contra el opresor. Wells, el socialista, el igualitarista, el fabiano, hacía sufrir a Gran Bretaña lo mismo que ésta hacía con sus colonias.
 

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La Royal Navy contra los visitantes, en una ilustración de época (Fuente: Wikipedia)
 
La guerra de los mundos se convirtió en un clásico de inmediato. Se trata de una de las novelas más exitosas de la historia, una que nunca ha dejado de imprimirse, traducirse y adaptarse a todos los medios posibles. Posiblemente la adaptación más famosa sea la radiofónica, concebida, dirigida y protagonizada por Orson Welles, y que causó una pequeña histeria colectiva en Estados Unidos cuando se emitió, la noche de Halloween de 1938.
 

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En realidad se han exagerado mucho los efectos de la emisión radiofónica, planteada como una serie de falsos boletines de noticias en los que se informaba del ataque alienígena. Parece ser que su audiencia no fue tan grande, y que, si bien hubo episodios de miedo generalizado e histeria, no existieron los supuestos suicidios y disturbios de que se la acusó. Los diarios exageraron el efecto en busca de un “castigo ejemplar” contra Welles porque les restó grandes cantidades de anunciantes que prefirieron pasarse al medio radiofónico. En cualquier caso, el tiro salió por la culata: Welles se convirtió de la noche a la mañana en una de las figuras más buscadas por Hollywood, y sólo tres años después revolucionaría el Séptimo Arte con Ciudadano Kane.
 

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Los diarios exageraron el efecto Welles, y lo convirtieron enn una celebridad

 
No podemos cerrar el episodio de La guerra de los mundos sin citar sus dos adaptaciones cinematográficas más conocidas: la de 1953, dirigida por George Pal, considerada uno de los clásicos de la ciencia ficción, con Gene Barry, y la de 2005, dirigida por Steven Spielberg, con Tom Cruise en el papel protagonista. Ambas son adaptaciones muy libres de la novela original, pero cuentan con suficientes atractivos para sostenerse por sí solas como grandes ejemplos de cine del género.
 

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La invasión marciana, en 1953 y glorioso Technicolor
 
A modo de curiosidad, vale la pena mencionar que entre los muchos lectores fascinados por la novela de H. G. Wells se encontraba un joven de 16 años llamado Robert H. Goddard. El entusiasmo que le inspiró el libro hizo que no se detuviera hasta conseguir lanzar con éxito, en 1926, el primer cohete de combustible líquido de la historia: se considera a Goddard el padre de la astronáutica moderna junto con Konstantin Tsiolkovski.
 

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Desde el 11-S, los americanos no dejan de correr por las calles entre edificios que se caen… en esta ocasión, por la invasión marciana según Spielberg
 
Entre 1899 y 1917 comenzó a gestarse una auténtica “martemanía” en la literatura mundial. El momento culminante llega con la publicación, ese último año, de Una princesa de Marte, la primera de once novelas de Edgar Rice Burroughs, el autor de Tarzán, ambientadas en nuestro planeta vecino. Está protagonizada por John Carter, un buscador de oro y ex soldado confederado que descubre una puerta dimensional al planeta rojo, donde, debido a su menor gravedad, se convierte en una especie de superhéroe.
 

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Las novelas de John Carter mezclaron fantasía con romance, aventuras y western, y se las considera los mejores ejemplos de la literatura pulp. Sin ser obras maestras de la literatura, son novelas entretenidas y absorbentes, y la deleznable adaptación cinematográfica de Andrew Stanton (2012), que mezcla elementos de las primeras novelas (libres de derechos de autor), tan sólo es recomendable por unos efectos especiales, en general, mejores que los propios actores.
 
Es necesario fijarnos ahora brevemente en la “Trilogía cósmica” de C. S. Lewis, el famoso creador del mundo de Narnia. El primero de los libros, Más allá del planeta silencioso (1938) es una búsqueda, por parte de Lewis, de un pretexto teológico e ideológico para su catolicismo, muy teñido de pacifismo y ecologismo. Narra las aventuras del profesor Harry Ransom en Marte, donde descubre que la Tierra es el “planeta silencioso”, aislado del sistema estelar de Marte y Venus a causa de su íntima conexión con el mal.
 

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Ediciones Orbis, te extrañamos…
 
Y llegamos, finalmente, a una de las obras cumbre no ya de la literatura sobre Marte, ni siquiera de la literatura de ciencia ficción, sino de la literatura en mayúsculas: Crónicas marcianas, de Ray Bradbury (1950), uno de esos libros que trascienden todo género (en este caso, incluso la propia definición de prosa) y en los que el lector halla reflejadas las preguntas más importantes que nadie puede hacerse: la existencia del Bien y del Mal, la belleza y el conocimiento, en qué consiste ser humano y qué papel jugamos (o hemos de jugar) en la gran historia del universo.
 

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El maestro Ray Bradbury, en una foto de poco antes de su tránsito final
 
Crónicas marcianas ha sido calificada de “prosa poética”, “colección de narraciones”, “antología de cuentos” y de mil maneras más, pero en realidad eso no importa: es uno de esos libros que dejan pequeña toda categoría. En 1979 se estrenó una miniserie de tres episodios basada en el libro, protagonizada por Rock Hudson, y que Bradbury, un hombre bueno, calificó de “aburrida”: fue una crítica benévola.
 

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La intrascendente adaptación televisiva de la obra maestra de Bradbury no cumplió las expectativas
 
En el capítulo próximo (y final) de esta serie sobre el planeta rojo veremos algunas de las mejores (y no tanto) películas con Marte como protagonista. Os espero.

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