De todas las películas que componen la Fase 3 de Marvel, la más esperada por mí era, sin ninguna duda, Doctor Strange (Extraño para los amigos). No sólo porque el Hechicero Supremo es uno mis superhéroes favoritos, también porque el personaje se presta a nuevos ambientes, alejados de la high tech del resto de lanzamientos de la franquicia y que entran de lleno en el mundo de lo místico y sobrenatural (no, Thor no cuenta, en la Marvel cinemática los asgardianos no son dioses, sino alienígenas). Por fin, con el gran Benedict Cumberbatch al frente, ya tenemos aquí el debut cinematográfico del buen doctor. ¿Vale la pena? Sigue leyendo…
El argumento es el del origen clásico del personaje: el doctor Stephen Strange es un cirujano del tipo House que tras un accidente de tráfico pierde el uso de sus manos para la cirugía. Desesperado, acude al templo del misterioso Anciano (¿o Anciana?) para que le cure. En lugar de ello, aprende los secretos de las artes místicas y se pone a combatir toda amenaza sobrenatural que se le pone a tiro.
Evidentente, a Vishanti gracias, hay bienvenidas variaciones. Las más evidentes, el cambio de sexo (o no) del Anciano y el de raza del Barón Mordo. Otros son más sutiles, como trasladar el monasterio místico del Anciano de las cumbres del Himalaya al centro de Katmandú (donde disfrutan, por ejemplo, de wifi) o convertir a Wong en un bibliotecario cascarrabias y a la capa de levitación en la hermana gemela de la alfombra de Aladdin. En fin, los típicos cambios que refrescan la historia y enfurecen a los fans cortos de miras.
En cuanto a las interpretaciones, se nota que el amigo Cumberbatch se lo pasa de miedo en la piel de Stephen Extraño. Los toques de su Sherlock mezclados con algo del doctor House mientras interpreta al cirujano altivo dan paso a la curiosidad, aprendizaje y gamberrismo del futuro hechicero supremo. Y ya que hablamos de pasarlo bien, una Tilda Swinton más ambigua que nunca (que ya es decir) demuestra divertirse moviendo abanicos y soltando frases en plan galleta china de la suerte.
En el lado negativo, como suele ser habitual en el cine de Marvel, el villano. Y no porque el siempre inquietante Mads Mikkelsen no haga todo lo que puede, sino porque su personaje, Kaecillius, no da para mucho más. Es lo que tiene ser el telonero de un gigantesco Dormammu en CGI. Otro actor que hace lo que puede con lo suyo es Chiwetel Ejiofor; y es que el proceso de su Barón Mordo discípulo modelo a villano no queda claro al final de la cinta; quizá hubiera hecho falta algo más que una escena post créditos para explicarlo.
En todo caso, la primera parte de la saga cinematográfica del Doctor Strange es un paso adelante en el Universo Cinemático Marvel. Se incorpora un nuevo personaje de peso que dará mucho juego en futuras películas como invitado especial, tal como demuestra la primara de las escenas postcréditos y se abre una nueva dimensión en los efectos especiales, en este caso muy deudores de las paranoias visuales de la nunca suficientemente ponderada Origen.
Sin embargo, al acabar la proyección noté una cierta insatisfacción. No fue porque la historieta de amor entre el buen doctor y Rachel McAdams estuviera metida a puñetazos, o los ya citados poco carisma del malo o la brusquedad de la conversión de Mordo. No, mi insatisfacción tiene más que ver con la característica común de todas las primeras partes en el cine de superhéroes: demasiado tiempo en explicar un origen que, a grandes rasgos y a pesar de los cambios cosméticos, ya me conozco. Me queda el consuelo de que, visto lo visto, la segunda parte promete much´simo. Cuento ya las horas para verla.
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Muy de acuerdo con el review. Fue una película muy buena pero que por momentos fue bastante lenta, creo que podrían haber explicado un poco más rápido el origen y darle un poco más de tiempo a la pelea final (ni con la gema del tiempo lo podían hacer así de corto).
Acabo de descubrir su blog y se ganaron un nuevo seguidor.
Muchas gracias compañero! A ver qué pasa en la secuala, a poco que se apliquen será una gran película.