
Así comenzaba todo: con la pantalla en negro y un «tachánnnn» de orquesta…
Supongo que mi primer recuerdo de Star Wars se encuadra en 1978, cuando yo contaba con cinco años de edad. Mis padres estaban entusiasmados porque iban a ver la película, y me dijeron que «no sabemos si es para niños, si lo es, te llevamos a verla». Una gran manera, supongo, de asegurarse de verla al menos una vez, completa y sin los problemas habituales que plantean los niños, antes de llevarnos, a mí y a mi hermana.