Hey Ho let’s go!

Creo que hacía muchísimo tiempo que un nuevo tebeo de Mortadelo y Filemón no creaba la expectativa social y mediática que la última entrega de los dos peores agentes de la T.I.A. Y es que a pesar de que el amigo Ibáñez siempre ha tenido la actualidad como fuente principal de la que extraer argumentos, su nueva creación, El Tesorero, ha resultado ser su cómic más polémico, no en vano se inspira en el caso Bárcenas y en la presunta financiación ilegal del Partido Popular y los famosos sobres con sobresueldos. ¿Significa esto que Ibáñez se ha vuelto un Azagra de la vida y ha llenado el tebeo de consignas y eslóganes? ¡Ni mucho menos!

El tesorero del Partido Papilar desaparece después de vaciar la caja fuerte de la fuerza política y Mortadelo y Filemón son los encargados de encontrar al tesorero, recuperar la pasta e identificar a sus cómplices. A partir de aquí, los planes absurdos, los inventos que no funcionan y la ineptitud extrema de Mortadelo y Filemón son el motor de esta nueva historieta. Y es que aunque los tiempos cambien, los temas se actualicen y el amigo Ibáñez se permita incluir alguna leve referencia sexual de nivel 5º de EGB en algunos de sus gags, poco o nada ha cambiado desde los tiempos de El Sulfato Atómico. La estructura de la historia, gags episódicos unidos por una trama central, los disfraces de Mortadelo, la violencia extrema de dibujo animado… La vida sigue igual.

Y es que hay que decirlo ya, Mortadelo y Filemón son los Ramones del tebeo español. Ibáñez encontró hace años la fórmula mágica, la que le proporciona largas colas en cualquier sesión de firmas y miles de ejemplares vendidos y no la ha cambiado ni actualizado ni un ápice. ¿Para qué? Bien que hace, como les pasaba a los de Queens, que sólo escribieron una canción, pero era tan buena que uno no se cansaba de oírla, con Mortadelo y Filemón pasa exactamente lo mismo. Coger un tebeo de los dos agentes más famosos de la T.I.A. nunca defrauda, porque uno sabe exactamente lo que va a encontrar. Sí, en este El tesorero se deja ver, de manera sutil, tras el humor blanco, cierto tono crítico (esa última viñeta…) con la situación política actual, y quizá uno nota que, pese a todo el bombo, el dichoso tesorero aparece mucho menos de los que debería, pero no por ello se convierte en un tebeo coyuntural, de aquí a diez años continuará funcionando su humor. Que es de lo que se trata, ¿no?

Hey Ho let’s go!