Mr Robot: han hackeado nuestra democracia

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No suelo escribir sobre series o películas que se están emitiendo por varias razones, la principal, el «efecto Lost». Imaginaos que durante la primera temporada de Perdidos, llevado por el entusiasmo, hubiera dejado negro sobre blanco algo como «…una serie destinada a convertirse en un clásico de la TV, el equivalente moderno de La dimensión desconocida, y que sólo puede ir a mejor…» Pues eso. Voy a romper esta regla, también, por varias razones. La primera, que la serie de la que voy a hablar es de temática cyberpunk, y ya sabéis que eso me pirra. La segunda, que, tras leer varias críticas de Humpty y Geek Grumpy, he aprendido algunos trucos. No soy tan burro como parezco.

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Mr. Robot es la típica serie que si me hablan de ella juro y perjuro que nunca veré. Por suerte, quien me conoce prefirió pasarme un enlace con la ficha (y la puntuación) de la serie en http://www.imdb.com, y eso despertó mi curiosidad. La premisa no es nada nueva, que es a lo que voy: narra la historia de un brillantísimo ingeniero informático que trabaja para una empresa de seguridad que, a su vez, está subcontratada por una perversa multinacional. Elliott, el protagonista (Rami Malek) padece trastorno antisocial de la personalidad y se refugia en la morfina. Su vida es una rutina más o menos bajo control hasta que un día se encuentra en primera línea de una batalla informática contra un grupo de hackers rebeldes… y se da cuenta de que está en el bando equivocado.

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Mr. Robot bebe de muchas fuentes y lo hace sin complejos: Elliott tiene mucho de la Lisbeth Salander de Larsson. Mr. Robot, el misterioso líder de la banda de anarquistas (Christian Slater), tiene tanto de V (el héroe de la obra maestra de Moore) como del King Mob de The Invisibles. Fsociety, el grupo de anarco-guerrilleros informáticos, tiene tanto de Anonymous como de los propios magos anarcas de Grant Morrison. Hay evidentes guiños a Steve Jobs, Apple, Microsoft y a nuestra reducción de Internet a una serie de plataformas sociales. Gran parte de la gracia de la serie, pues, reside en descubrir las conexiones y homenajes que realiza.

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Uno de sus puntos fuertes es la verosimilitud. Lejos de fuegos de artificio estúpidos, la serie plantea ataques y soluciones muy reales en el mundo de la seguridad informática, algunos de ellos famosos por haber sido empleados en legendarias guerras binarias (esto no lo sé porque yo sea nada parecido a un hacker, sino porque me lo dice gente que sabe y lo he leído en sitios de esos de gente que sabe). Las referencias, apenas veladas, a la proliferación de grupos de hackers poco éticos procedentes de China, o a la colusión de intereses entre la gran banca y los gobiernos, añade abiertamente un discurso libertario que, viniendo de EEUU, es como mínimo digno de mención.

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Pero donde la serie gana enteros es en sus personajes secundarios. Sin ellos, la historia sería simplona y posiblemente maniquea (y eso lo dice un anarquista convencido); son los personajes que rodean a Elliott y a Mr. Robot los que se van revelando como realmente importantes gracias a sus defectos, virtudes y manías.

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Las interpretaciones son convincentes. Malek hace de su personaje, que podría tender a la caricatura, un ser humano multidimensional y vulnerable. Slater se siente a sus anchas en el papel del misterioso Mr. Robot y Martin Wällstrom borda un papel muy exigente de un modo extraordinario. Destacaría a Carly Chaikin, quien parte de un rol secundario y, a partir del tercer episodio, comienza a insuflarle vida y dimensiones.

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Sam Esmail, guionista y director de la serie, está bordando un moderno clásico cyberpunk y, si consigue que Hollywood no meta su golosa mano, podría convertirlo en una de esas joyas ocultas que tanto nos gustan, como buenos geeks. Hay que vigilar desde nuestras pantallas.

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Un comentario en “Mr Robot: han hackeado nuestra democracia

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