La historia de la colonización marciana en el cine es, en gran parte, una historia de catástrofes, terror y tragedia. Desde las Crónicas marcianas de Bradbury, Marte ha sido, para la ciencia ficción, un planeta maldito, hostil, peligroso. Las siguientes películas dan fe del miedo que sigue suscitando el planeta rojo en nuestra imaginación.

Capricornio Uno (Peter Hyams, 1977) da comienzo a la larga lista de desastres. En la película, ambientada en la Guerra Fría, la NASA descubre poco antes del despegue de su primera misión al planeta rojo que una serie de defectos en la nave hacen imposible el amartizaje. Sin embargo, en plena carrera espacial los Estados Unidos no pueden aceptar la derrota: poco antes del despegue se extrae a la tripulación de la nave y esta despega hacia el planeta rojo en modo automático. La NASA decide grabar en un estudio de cine el supuesto momento histórico y “matar” a sus astronautas en la reentrada a la atmósfera. Pero un periodista (Elliott Gould) comienza a tirar de hilos sueltos hasta descubrir la conspiración, que se convierte en una trampa asesina para él y para los astronautas. Capricornio Uno tiene el dudoso honor de ser la mecha que encendió una de las teorías conspiranoicas más famosas del mundo: la que asegura que el alunizaje de las misiones Apollo fue un fraude ejecutado en estudios de TV. Pero, aparte de eso, es un peliculón con un reparto extraordinario que bien merece un reconocimiento.

Total Recall (Paul Verhoeven, 1990), estrenada en España con el ridículo título de Desafío total, es una adaptación libre de la novela Podemos recordarlo por usted al por mayor, del maestro Philip K. Dick. Éste, compulsivo consumidor de LSD, experimentaba (y jugaba con) la paranoia típica del adicto al ácido lisérgico, en que recuerdos, ficción y realidad se funden en un todo imposible de separar, y muchas de sus obras (Valis, Ubik…) juegan con este concepto. En Total Recall, Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger), se implanta recuerdos de unas vacaciones en Marte ante la imposibilidad de poder viajar en persona. Sin embargo, una vez “en Marte” se ve envuelto en una espiral de persecuciones y violencia en la que es imposible separar la realidad de los implantes. Pese a Schwarzenegger, que nunca ha sido un prodigio interpretativo, la cinta se deja ver con agrado y mantiene la tensión en todo momento. La versión de 2012, protagonizada por Colin Farrell, es un bodrio sin la menor gracia ni garra, y uno se pregunta si realmente era necesario rodarla.

Mars Attacks! (Tim Burton, 1996)
¿Quién iba a decir que uno de los mejores filmes de Tim Burton iba a estar visualmente tan alejado de sus señas de identidad clásicas, esa mezcla de humor y terror gótico, aderezado con delirios visuales con profusión de blancos y negros? Sin embargo, Mars Attacks!, basada en unos cromos de los años 60 de la casa Topps, es una gozada de principio a fin gracias, precisamente, a un sentido del humor entre tétrico y macabro, cameos inolvidables y una absoluta falta de ambiciones que permiten a Burton disfrutar con un guión delirante y juguetón y un estilo visual completamente psicodélico. Imaginad a los B-52s en medio de un mal viaje de ácido, o a los Cramps en su versión más sesentera; añadidle crueldad y sorpresa a partes iguales y tendréis una mezcla explosiva en la que los marcianos son tan malvados que nos recuerdan, precisamente, a los terrícolas. Extraordinaria.

Stranded (María Lidón, 2002)
He aquí una curiosidad: una película de ciencia ficción española. Dirigida por una mujer y con un reparto completamente europeo (Vincent Gallo, María de Medeiros, Joaquim de Almeida), para llevar aún más la contraria a la corriente preponderante en Hollywood. Para ser sinceros, Stranded (Náufragos en España) no es una mala película, pero tampoco es especialmente original. La misión Ares, la primera misión humana en descender a Marte, sufre un accidente en el momento crítico del aterrizaje y aquellos que no mueren se quedan atrapados en el planeta, al no haber un segundo módulo de amartizaje. La ayuda tardará 26 meses en llegar, pero sus provisiones de oxígeno apenas llegan a catorce meses, y comienza una cuenta atrás para su supervivencia, en la que deberán aplicar criterios tan científicos como, en ocasiones, amorales. La película cuenta con una inesperada sorpresa final que no desvelaremos. Ah, y premio a quien descubra el cameo estrella de la cinta.

Red Planet (Antony Hoffman, 2000) es una película engañosa: aunque envuelta en el manto del género de ciencia ficción, es en realidad una mezcla de thriller y cine de acción ambientada en el planeta rojo. Aun así, es una película notable por su ritmo y por interpretaciones bastante decentes, y los efectos espaciales, puestos al servicio de la historia, cumplen bien su función. En 2050, la Tierra está al borde del colapso por contaminación, por lo que se ha sembrado Marte de algas productoras de oxígeno en un intento de terraformar el planeta vecino con la mira puesta en su colonización permanente. Cuando, de repente, los niveles de producción de oxígeno de las algas bajan drásticamente, se envía la misión Marte-1 a investigar el porqué. Como es obvio, la misión está gafada desde el principio y todo lo que puede ir mal va peor. La misión acaba siendo una mera lucha por la supervivencia en la que el Ingeniero de Sistemas Mecánicos Gallagher (Val Kilmer) ha de coordinarse con la comandante Bowman (Carrie-Anne Moss) a fin de sobrevivir a algo más que los peligros habituales de Marte. Interesante.

Misión a Marte (Brian de Palma, 2000), estrenada ese mismo año, es bastante superior en todos los aspectos. Y es que aquí hay un zorro viejo a los mandos, y mucho talento ante las cámaras. Con un punto de partida mucho más científico que el de la película anterior, De Palma cuenta la historia de la segunda misión humana a Marte, enviada para investigar qué ocurrió con la primera misión, misteriosamente desaparecida. La llegada a Marte va precedida, cómo no, de unas cuantas tragedias, pero una vez en el planeta rojo De Palma va entregando sorpresas con cuentagotas hasta un final en que rinde homenaje tanto al maestro Kubrick como a Carl Sagan y su inolvidable programa Cosmos. Si se tuviera que escoger una sola película de entre las mencionadas en esta entrada, debería ser ésta. Brian de Palma sigue siendo uno de los grandes.
Aquí acaba este recorrido por nuestro planeta vecino. Como es obvio, en el tintero virtual se quedan multitud de películas, episodios de series míticas y novelas. Pero un recorrido por Marte, como hemos visto, no puede nunca acabar bien: la tragedia forma parte del mito del planeta rojo, y si queréis vivir una tragedia en vuestras propias carnes, echadle un vistazo a bodrios como Marte, el planeta rojo (Red Horner, 1952), una auténtica tropelía a mayor gloria del maccarthismo, o a Fantasmas de Marte (John Carpenter, 2001) una de las mayores decepciones de un cineasta tan controvertido como irregular. O, ya puestos, enviad vuestro CV a Mars One, un proyecto privado de colonización del planeta rojo. Quién sabe, podéis ser los primeros en pisar el planeta vecino. Eso sí, el billete de vuelta no está contemplado…