
Dejadme que sea parcial en este artículo: el mundo necesita más hombres y mujeres como Nikola Tesla. Genios más allá, posiblemente, de la comprensión de sus semejantes. Personas que propulsen el mundo a nuevas épocas gradualmente menos oscuras. Personas capaces de cambiar el paradigma político del mundo no gracias a expansiones imperiales ni a políticas de exterminio, sino al avance tecnológico y científico.

Nikola Tesla nació en un mundo que ya no existe, en gran parte, gracias a él. Ni el lugar ni el tiempo de su nacimiento son ya reales: el Imperio Austrohúngaro en el que nació pereció tras la Primera Guerra Mundial, y el calendario juliano según el cual vio la luz un 28 de junio de 1856 dejó de utilizarse en vida de Tesla para corregirse por el gregoriano (según el cual nació el 10 de julio). Es un mundo de señores de bigotes encerados, carruajes de caballos y correo por palomas: el de Tesla, en cambio, es un mundo futuro de electricidad, campos magnéticos y motores.

Tesla hubiera sido inusual en cualquier mundo: poseía memoria fotográfica, sufría de sinestesia y podía visualizar complejas máquinas en tres dimensiones en su cerebro, por lo que no dejó demasiados planos de su puño y letra. A lo largo de su vida patentó el motor de inducción, mejoró los estudios acerca de campos magnéticos rotativos, creó tubos de vacío para rayos X de un solo electrodo, demostró la transmisión inalámbrica de energía, refinó estudios sobre resonancia magnética, creó bombillas que se encendían sin necesidad de cables, creó la bobina que lleva su nombre, creó el primer radiotransmisor, ganó a Edison la llamada «guerra de las corrientes» (él defendía la alterna; Edison, la continua); investigó la radiación de fondo de microondas y gracias a sus estudios se fundó la primera central hidroeléctrica de la historia, en las cataratas del Niágara (1893). Todo esto, antes de llegar al siglo XX.

Las Torres Wardenclyffe son, posiblemente, su legado más fabuloso, inexplorado y, a día de hoy, prometedor. Se trataba de una continuación de sus estudios acerca de la transmisión inalámbrica de energía: una torre capaz de transmitir electricidad gracias a la capacidad conductiva de la ionosfera, a una frecuencia de 6Hz (hoy se acepta que serían entre 8 y 12) a otra torre en un lugar distante del mundo: de hacerse realidad, sería un regalo de energía barata y eficazmente transportable a cualquier lugar del mundo. Lamentablemente, hasta ahora todos los que lo han intentado han fracasado.

Sin embargo, la ciencia ficción ha aprovechado a Tesla en numerosas oportunidades. Posiblemente la obra que más referencias haya hecho al científico haya sido la serie de TV Almacén 13, en la que sale nombrado aproximadamente 2 veces por capítulo, si más no porque las armas disruptivas que llevan sus protagonistas (armas de transmisión inalámbrica de energía, como propusiera el genio) se llaman «pistolas Tesla».

En la película The Prestige (2006), de Christopher Nolan (basada en la novela del mismo título de Christopher Priest) David Bowie interpreta a Tesla, quien, contratado por un mago para crear una máquina de teletransporte, acaba fracasando: la máquina, en realidad, crea un duplicado exacto de la persona que debía teletransportar.

Tesla es también un personaje en la miniserie de cómic JLA: Age of Wonder (2003), perteneciente a Elseworlds, en la que Superman aterriza en Kansas en 1850. El Hombre de Acero acaba trabajando junto a Nikola Tesla para crear un «Rayo de la Muerte» de cara a la Primera Guerra Mundial.

En la serie Santuario, un Nikola Tesla en estado de semi-vampirismo conforma uno de los principales enemigos del grupo liderado por la Dra. Magnus en su intento de estudiar a los seres más poderosos del planeta y guiarlos por el buen camino. Tesla, se nos cuenta, había formado parte de una sociedad secreta que incluía al padre de la doctora. Posteriormente aparecerá en la serie como aliado ocasional.

Por último, una cultísima referencia a la obra del genial científico aparece en el último filme de Jim Jarmusch hasta la fecha, Sólo los amantes sobreviven. Adam, el vampiro de la pareja protagonista, emplea los descubrimientos de Tesla para tener energía gratuita e ilimitada, tanto en su casa como en su magnífico Jaguar XJS de los años 60.

La asociación con George Westinghouse arruinó a Tesla
La leyenda urbana dice que una vez le preguntaron a Albert Einstein qué se sentía siendo el ser humano más inteligente del mundo. La respuesta de Einstein fue: «eso deberían preguntárselo a Tesla». Nikola Tesla murió solo y arruinado en Nueva York, el 7 de enero de 1943.