Como tú, fiel lector de los Crying Grumpies sabes bien, aquí somos muy fans de la Low Fantasy. Nombres como los de Joe Abercrombie o George R. R. Martin nos han proporcionado horas y horas a base de sangrea, traiciones y personajes de moralidad gris tirando a negra. Sin embargo, ninguno de ellos inventó nada. Desde que allá por los años 30 del siglo pasado Robert E. Howard creara a Conan el Bárbaro y Fritz Leiber a Fahfrd y el Ratonero Gris muchos han sido los autores que nos han mostrado el otro lado de los caballeros de brillante armadura, las princesas virginales y los elfos rasga arpas. Uno de los que más ha destacado en el género es el estadounidense Glen Cook, con la saga de la Compañía Negra. Hoy toca presentar la primera saga, la trilogía de los Libros del Norte, junto a la novela El clavo de plata, que le sirve de epílogo.
La Compañía Negra, la última de las compañías libres de Khatovar (sea eso lugar o persona, ni los protagonistas lo saben), es un grupo mercenario de élite que, en su periplo por las lejanas tierras del Norte, se ve envuelto en la guerra entre las fuerzas de la Dama, una maga prácticamente inmortal, y sus sirvientes más poderosos, los Tomados, contra las fuerzas rebeldes de la Rosa Blanca. En medio de un conflicto en el curso del cual ambos bandos demuestran pocas diferencias en cuanto moralidad y brutalidad, la llegada de un nuevo recluta y una misteriosa niña sordomuda, así como la reaparición de una amenaza de tiempos inmemoriales, el Dominador, tendrán inesperadas consecuencias para todas las partes en guerra.
La trilogía de los Libros del Norte está formada por las novelas La Primera Crónica (una recopilación de cuentos casi independientes con un hilo argumental común), Sombras Fluctuantes, ambas de 1984, y La Rosa Blanca, de 1985. Hubo que esperar hasta 1989 para la publicación de El Clavo de Plata, novela protagonizada por ciertos secundarios de la trilogía y que sirve de cierre para la trama del Dominador.
Una de las principales características estilísticas de estas novelas es la diversidad de puntos de vista. Si bien Matasanos, el médico y cronista de la Compañía Negra, es el principal narrador en primera persona de las tres primeras novelas. Él nos presenta a sus compañeros de armas: los hechiceros Silencioso, Un Ojo y Goblin; el misterioso Cuervo o el Capitán de la Compañía. También nos habla del tedio de su vida militar: las largas marchas a pie o los largos días de aburrimiento sin hacer nada, apenas jugar a cartas. Y los raros momentos de violencia, sucios, sangrientos y sin honor.Sin embargo, es a partir de Sombras Fluctuantes que Glen Cook apuesta por añadir otros puntos de vista en tercera persona; gentes comunes que se ven inmersas en la guerra, que intenta escapar de la miseria o huir de sus fantasmas. Ello nos aleja del mundo militar en el que inevitablemente Matasanos, amplía nuestra visión del mundo y enriquece la narración.
Glen Cook, exveterano de Vietnam, pone al servicio de la historia su conocimiento de primera mano de la vida militar, su vida cotidiana, sus relaciones basadas en la confianza y la camaradería y las dudas morales por si están en el lado correcto del conflicto. Como narrador, Cooke no se va por las ramas, su estilo es directo, como el que escribiría sobfe el terreno un cronista. Apenas hay descripciones y sus diálogos son vivos, con chispa.
A pesar de no ser un autor demasiado conocido del mundillo, su estilo ha creado escuela. El tipo de mundo, corrupto y decadente, los protagonistas ambiguos moralmente o la diversidad de puntos de vista sonarán familiares a los lectores de la obra de Joe Abercrombie. Sin embargo, la obra de Cooke no participa del nihilismo moral del británico. El mundo es sucio, corrupto y no parece existir un bando correcto, nos dice. Los miembros de la Compañía sólo se tienen, al final del día, a ellos mismos. Y a nosotros, los lectores, que nos vemos enganchados a sus aventuras.