El día que nació la ciencia ficción

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No todos los géneros literarios pueden presumir de tener una fecha oficial de nacimiento. La ciencia ficción puede. Sólo que esa fecha, y la historia en que se enmarca, están envueltos en una nube de leyenda y mito tan interesantes como el propio género que engendró.

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Villa Diodati, hogar del mejor Romanticismo tardío y lugar de nacimiento de la ciencia ficción como género literario
 

El volcán Tambora mide poco menos de 2.900 metros y está situado en la isla de Sumbawa, en el archipiélago indonesio. En el macabro ránking de muertes causadas por erupciones, nadie le supera: el 10 de abril de 1815 explotó con una energía de 800 megatones, matando directamente a más de 11.000 personas y, de modo indirecto, durante los días siguientes, a 60.000 más. La erupción fue tan poderosa que cambió el clima mundial. Al año siguiente, 1816, se lo llamó “el año sin verano”.

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Fans de la ciencia ficción, os presento a vuestra madre literaria; Mary, tus hijos que te leen y te honran
 

Para sobrellevar un verano gélido, la escritora y poetisa feminista Mary Wollstonecraft y su marido, el poeta romántico Percy B. Shelley, deciden visitar a su amigo, el poeta George Gordon, Lord Byron, que está veraneando en Villa Diodati, a orillas del lago Lemán. Les acompañaba el secretario personal de Byron, John Polidori, magnífico escritor por méritos propios, y la hermanastra de Mary, Claire Clairmont, según algunas lenguas viperinas, amante de Byron. El tiempo es inclemente; las lluvias y temporales se suceden, y los jóvenes poetas deciden, para pasar el tiempo, celebrar un concurso: se trata de escribir una historia de miedo, que se deberá leer a los demás. Era el 17 de junio de 1816.

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Los preciosos grabados de Bernie Wrightson para una de las mejores ediciones del libro
 

Ese día nació la ciencia ficción. Lo hizo de la mano de Mary Wollstonecraft, y se publicaría dos años más tarde con su nombre de casada, Mary W. Shelley. El título de esa historia (una de las dos que prosperó, junto a El Vampiro, de Polidori) es Frankenstein, o el moderno Prometeo.

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Los peligros de la ciencia en la era pre-Wert no tenían tanto que ver con las becas…
 

La novela de Mary W. Shelley es un punto de inflexión en la literatura: último ejemplar (y posiblemente el más bello) de la tradición gótica inglesa, último suspiro de un género, el Romanticismo, que se devoró a sí mismo, y primera historia en que la ciencia, y no fuerzas sobrenaturales, desencadenan una historia maravillosa y prohibida.

Frankenstein tiene rasgos claramente románticos que luego se extenderían a una gran parte de la ciencia ficción: el subtítulo del libro, El moderno Prometeo, ya avisa de los peligros de querer jugar a ser Dios. Este tipo de advertencia moralista, de alerta ante el mal empleo de la ciencia, alimentó gran parte de las novelas y películas del género hasta la década de 1970, e incluso posteriormente se oyen ecos de la misma en subgéneros apocalípticos como el cyberpunk o las series fílmicas de Terminator y The Matrix.

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Cuando tu hijo te despierte a media noche porque se ha hechi pipí en la cama, piensa que podría ser mucho peor
 

Más allá de las muchísimas versiones cinematográficas de la novela, algunas risibles, otras estúpidas, otras respetuosas y otras grandilocuentes, lo cierto es que Frankenstein está detrás de gran parte del género posterior justamente por su negativa a emplear lo sobrenatural, por su justificación científica y su fe en el progreso, pese a todo. En esto, Mary W. Shelley bebe de la tradición progresista de sus padres (Mary Wollstonecraft, una de las primeras ideólogas feministas, y William Godwin, uno de los padres del anarquismo moderno).

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Roy, Pris, Zhora, Leon, Rachel… ¿Deckard? hijos de un dios menor y descendientes de un linaje noble y antiguo
 

Cierto es que Frankenstein bebe de la tradición judía del Golem, a la que traiciona. Y es también cierto que, como su título indica, la mitología griega está muy presente en su historia. Pero su sombra es alargada: no es posible imaginar a los metafísicos replicantes de Blade Runner sin pensar en el pobre monstruo repudiado por su creador.

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La de Branagh es la adaptación más fiel a la novela, pese a sus carencias narrativas
 

El problema con Frankenstein en nuestro país es que todo el mundo lo conoce, pero muy poca gente ha leído la novela. Y es una pena, porque descubrirían una historia que guarda muy poca relación con las películas que se han hecho del tema, exceptuando la versión de Kenneth Branagh, fiel al libro pero exagerada en sus formas (a la estela del Drácula de Coppola) y en el egocentrismo de su director y protagonista.

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El Frankenstein que conocemos popularmente es una parodia (a veces involuntaria) de la verdadera historia
 

Así que, si tenéis tiempo, dadle una oportunidad. Esta novela es la madre del género que todos adoramos, y contiene suficiente terror, aventuras, amor y reflexiones acerca de la naturaleza humana (y la divina) como para engancharte y no parar de leerla hasta el final.

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4 comentarios en “El día que nació la ciencia ficción

  1. Más allá del nacimiento de la ciencia ficción Frankenstein fue el nacimiento de los monstros como «pathos»
    Gracias a él los escritores empezaron a escribir historias sobre fenómenos incomprendidos que son rechazados injustamente.

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