SIETE EVAS: ¿QUÉ PASA CONTIGO, STEPHENSON?

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No es ningún secreto que Neal Stephenson ha sido, durante bastante tiempo, uno de mis autores favoritos en el campo de la ciencia ficción «dura». Novelas como Criptonomicón, Snowcrash o, especialmente, La era del diamante me hicieron caer rendido ante los encantos del escritor de Maryland en sus distintas encarnaciones. Tras leer su última épica, Siete Evas, sin embargo, me queda una sensación agridulce: ¿eran solo cantos de sirena?

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Imagina que sales al balcón una noche y ves esto…

La época es la actualidad más rabiosa. Hoy. Ayer. Y la novela comienza con un terremoto, o, mejor dicho, con algo incluso más impresionante: por razones desconocidas, un día, la Luna deja de estar ahí. Bueno, no exactamente: algo desconocido (denominado «el Agente») impacta contra la Luna y la hace literalmente pedazos. ¿Cómo seguiría la vida en la Tierra después de algo así? Pues, según nos cuenta Neal Stephenson, muy mal. O, mejor dicho: no lo haría. Los pedazos de Luna resultantes del impacto irían chocando entre ellos y cayendo sobre el planeta hasta dejarlo estéril para la vida durante por lo menos cinco milenios.

Sería el equivalente, para la Humanidad, del famoso meteorito de Yucatán para las formas de vida del Cretácico: nuestra llamada a la extinción.

O no.

Porque Stephenson cuenta cómo la Humanidad, condenada a muerte en un plazo extraordinariamente corto, solo un par de años, consigue poner en órbita, aprovechando como base la estructura de la Estación Espacial Internacional, cientos de pequeñas naves fabricadas en serie que transportan, a bordo, los conocimientos, ADN, obras de arte y mejores especímenes de sí misma, en un intento desesperado de no perecer del todo, y de poder continuar, de algún modo, cuando el acontecimiento de extinción haya pasado.

Sobre esta premisa construye Neal Stephenson Siete Evas (cuyo nombre, en inglés, es el palíndromo SeveneveS), una novela de ciencia ficción «dura» y tradicional, es decir, muy alejada de las veleidades cyberpunk, steampunk y criptográficas de su producción anterior.

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Lo más cerca que hemos estado hasta ahora del «enjambre» en la ISS

Y, al menos durante la primera parte (y más extensa) de la novela, Stephenson consigue absorber la atención del lector y hacerle reflexionar sobre unas cuantas «verdades» de esas que se aceptan cotidianamente porque sí. Al mismo tiempo, con una escala de detalles inusual en la ciencia ficción y, a la vez, de un modo perfectamente accesible, transmite al lector conocimientos básicos de balística, viajes espaciales, microgravedad y unas cuantas disciplinas más. Hasta aquí, todo bien.

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El libro se acompaña de ilustraciones que reflejan las tríadas, héptadas y la ISS con el asteroide Amaltea atrapado en proa

Los problemas surgen en la segunda parte de la novela, situada en un futuro lejano pero basado en descubrimientos tecnológicos actuales. Y no, no se trata de la verosimilitud de éstos, ni del escenario general que plantea. Se trata de problemas a una escala distinta, pero lo suficientemente importantes como para que el libro cojee.

En primer lugar está, como hemos dicho, la división temporal. Siete Evas, habida cuenta del volumen que precisa para narrar su épica (más de 800 páginas), podría haberse dividido perfectamente en tres volúmenes, o incluso, si nos ponemos pesados, en dos. Lo que no es de recibo es un solo volumen con semejante disparidad entre la primera parte (que ocupa, grosso modo, un 80% del libro) y una segunda parte que se antoja material para, por lo menos, una novela más, comprimida en el 20% restante. Es decir, hay un desequilibrio muy evidente entre ambas partes que da la sensación de desparejo, de exceso contra defecto.

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Modelo informático de la lluvia de fragmentos lunares sobre el planeta

Pero ni siquiera es el problema más grave.

Porque tras setecientas páginas de ciencia ficción dura, durante las cuales, si queremos, aprendemos hasta fundamentos de comunicación por código Morse; donde se nos muestran los problemas de tensión estructural de una ISS extendida y se justifica una existencia descentralizada y en enjambre; donde se explica cuál es el elemento más importante para la supervivencia en un medio extremadamente hostil como el espacio y cómo obtenerlo, o las leyes básicas de navegación orbital, no puedes acabar haciendo una apología de la sinrazón, de lo irracional, de lo ilógico. No es, ojo, que el que escribe sea un ateo enfadado con Stephenson por rendirse al público estadounidense (que también); es que si montas una épica de la humanidad basada en la ciencia, no puedes acabar al final haciendo proselitismo del pensamiento mágico: sencillamente, no ha lugar.

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Stephenson efectúa un largo salto temporal entre la primera y la segunda partes de la novela

Dicho esto, no todo es malo, siquiera irregular, en la novela: Stephenson plantea una odisea de ciencia ficción clásica y lo hace de modo magistral, con un muy buen ritmo pese a las constantes digresiones científicas y, sobre todo, con personajes interesantes y bien construidos. A destacar el divulgador científico «Doc» Dubois, un homenaje nada velado a Neil DeGrasse Tyson, y las siete Evas del título, algunas tan magistralmente descritas que parecerían descripciones de personas auténticas. Stephenson sigue la evolución lógica de personajes y trama hasta las últimas consecuencias y en el tramo final de la primera parte (digámoslo así: de la «primera novela») es casi imposible dejar el libro, habida cuenta de la tensión narrativa que contiene.

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El epilogo posee abundante información sobre algunas tecnologías expresadas en el libro

En resumen: no es el mejor Stephenson, pero se trata de un autor que, aun acatarrado, canta mejor que el 90 por ciento restante. Y aunque tiene defectos, se trata de una novela bien construida y absorbente, como es habitual en él.

3 comentarios en “SIETE EVAS: ¿QUÉ PASA CONTIGO, STEPHENSON?

  1. Para mí el mejor sigue siendo Anathema.
    ¿De dónde habéis sacado esos dibujos? Los habría agradecido mucho leyendo el libro. Ya podrían venir ahí, que esos dibujos valen por 4 páginas de descripciones.

    PD Compré la versión Kindle en castellano y no recuerdo que vinieran ahí.

    • Hola, gracias por tu comentario! Cada uno, supongo, tiene su favorito… Los dibujos constaban en el original inglés. Ignoro si en la edición en español se encuentran :-/

      Un saludo!

  2. Pingback: Muerte y Resurrección del Cyberpunk, Cap. 11: tres reflexiones | Crying Grumpies

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