No es ningún secreto que Neal Stephenson ha sido, durante bastante tiempo, uno de mis autores favoritos en el campo de la ciencia ficción «dura». Novelas como Criptonomicón, Snowcrash o, especialmente, La era del diamante me hicieron caer rendido ante los encantos del escritor de Maryland en sus distintas encarnaciones. Tras leer su última épica, Siete Evas, sin embargo, me queda una sensación agridulce: ¿eran solo cantos de sirena?