Habiendo pasado unos meses desde su salida en el mercado español, y habiéndole dedicado ya unas buenas 25 horas (no me lo he terminado aún), toca hablar de este juego de Square-Enix para la consola portátil de Nintendo, la 3DS.
Habiendo pasado unos meses desde su salida en el mercado español, y habiéndole dedicado ya unas buenas 25 horas (no me lo he terminado aún), toca hablar de este juego de Square-Enix para la consola portátil de Nintendo, la 3DS.
Entre los aficionados a los videojuegos el rol japonés es algo así como el cine iraní para los cinéfilos. Una señal de distinción y buen gusto, una juegoteca no parece completa si no cuenta con al menos un juego de este género, con sus cuidados gráficos, enrevesados guiones llenos de momentos emocionantes, variados personajes y frenéticos combates por turnos.
Si tú, querido creyente de los Crying Grumpies, estás de acuerdo, con lo que acabas de leer, enhorabuena. Pero no me encontrarás a mí en ese grupo. Lo confieso, los JRPG me parecen un soberano coñazo. Pero antes de que llenes los comentarios, déjame que me defienda, que explique la historia desde el principio. La culpa no es mía, señoría, es del Eternal Sonata.
Si hay un compositor que durante los últimos 25 años ha marcado e influido en la forma de entender la música de los videojuegos es sin lugar a dudas Nobuo Uematsu, creador entre otras de las piezas para la saga Final Fantasy, su particular forma de componer ha conseguido ha dado una dignidad a este genero musical que ha hecho que su música transcienda mucho más allá de las salas de estar y deje de ser considerado un genero menor.