
Tras pintar 2 miniaturas con el mismo esquema de color, suelen pasar 2 cosas, empiezas a sentir que se trata de un trabajo tedioso y monótono o le pillas el gusto a como usar los colores y te empieza a resultar un trabajo mas ameno.

Tras pintar 2 miniaturas con el mismo esquema de color, suelen pasar 2 cosas, empiezas a sentir que se trata de un trabajo tedioso y monótono o le pillas el gusto a como usar los colores y te empieza a resultar un trabajo mas ameno.

Tras entregarle a su dueño Carlos la miniatura de Aurora, me propuso que le pintara todos los Warcasters de la facción, para poderlos tener así con el mismo nivel y estilo de pintado.
He de reconocer, que la posibilidad de pintar estas miniaturas con tanto detalle y el reto de jugar con los colores metálicos, no dio lugar a que me negara.

Reconozco, que cuando me metí en el mundo de los Wargames una de las cosas que me atrapó, fueron las miniaturas. Hasta el punto, que me pasaba mas tiempo pintando mis ejércitos, que jugando.

Allí estaba, rodeado de otros pieles verdes, buscando algo que hacer y encima suyo, un goblin gritándole improperios en algo que parecía una oreja.
Miró a ambos lados, buscando ese sonido molesto, mientras se chocaba con todos los jugadores de la fila y los derribaba sin contemplaciones, fueran de su equipo o no.
El goblin reiteró y chillo de nuevo, esta vez mas fuerte y estridente, cometiendo el error de dejarle claro al Troll donde se encontraba.
En ese momento, el Troll sin entender lo que el goblin trataba de decirle, lanzó la zarpa hacia su chepa y atrapó al insensato, lo acercó a su boca y se lo tragó.
El público al ver esto, entro en cólera y empezó a lanzar sillas y armas contra el campo del juego, era el tercer goblin con la pelota que se comía en lo que iva de partido…

El sonido ensordecedor del cuerno de Mamut indico el inicio del partido y los nórdicos saltaron al campo como si se tratara de una batalla.
Las barbas trenzadas de los jugadores, se teñían de blanco por la nieve que caía, pero aun así, hacia rato que no sentían el frio en la piel por la cerveza y la rabia acumulada.
Worfan, era un veterano en esto del Blood Bowl, mas de 100 partidos jugados y solo 9 lesiones, ninguna tan grave como incapacitarlo, estaba acostumbrado a recibir golpes y lo mas importante, los devolvía todos por 2.
Aquel partido, era como todos los demás, pero Worfan, de repente, miro mas allá de las nubes preguntándose por que se tornaban rojizas y borrosas.
El placaje lo hizo como siempre, pero el golpe fue tan fuerte que cuando se fue al banquillo, la sensación no era la normal, un sonido persistente apareció en su cráneo y sus piernas no respondían como quería.
Nada que no arregle una pinta de cerveza pensó, pero al poner los labios sobre ella, un frio como nunca sintió antes lo empezó a abrazar de manera inquietante…
El entrenador del equipo Nomuerto, lo miraba mientras que sus ojos desprendían un fulgor verdoso.
Lo ultimo que vio Worfan al cerrar los ojos para siempre fue una media sonrisa de ese nigromante.