Si hubiera que encontrar algún autor de Ci/Fi y fantasía moderno al que adjudicar el título de grumpie de honor, seguramente tendríamos un problema en el Consejo de Redacción de éste, vuestro blog. Algunos hablarían de George R.R Martin, otros propondrían a Patrick Rothfuss y alguien citaría, quizá, a Terry Pratchett o a Joe Abercrombie. Tiempo habrá de escribir sobre ellos. Porque de quien toca hablar hoy es de uno de los mejores autores de la fantasía británica: China Miéville, y de sus obras más destacadas, la llamada trilogía de Bas-Lag.
China Miéville, nacido en Londres en 1972, es un tipo polifacético. Licenciado en antropología y Relaciones Internacionales, aparte de escribir novelas, ha sido el guionista de la serie Dial H for Hero de DC Comics, ha coescrito un manual de Pathfinder y ha participado en política formando parte de organizaciones de izquierda. De entre toda su multipremiada obra literaria, con hitos tan destacados como La ciudad y la ciudad o Embassytown, brilla con fuerza su trilogía formada por La estación de la Calle Perdido, La Cicatriz y El Consejo de Hierro.
Aunque quizá sería mejor hablar de no trilogía, ya que la relación entre los tres es tenue; por ejemplo, la protagonista del segundo libro es alguien que se cita en el primero, mientras que dos menciones de pasada en La Estación… resultan básicas en El Consejo de Hierro. En todo caso, los tres suceden en el mundo fantástico de Bas-Lag, con su ciudad más importante, Nueva Crobuzón, como elemento central.
Eso sí, que nadie se espere dragones, orcos y demás elementos de la fantasía convencional. Quizá por su rechazo a la figura de Tolkien, el londinense nos presenta un mundo muy distinto a lo que estamos acostumbrados a leer, más parecido a una pesadilla steampunk que al Señor de los Anillos; trenes a vapor, androides primitivos (los constructos), los trágicos rehechos, fruto de un sistema judicial cruel y de la magia (llamada taumaturgia en las novelas)… Y sobre todo, monstruos, muchos monstruos: cactus humanoides, hombres pájaro, seres con cuerpo de mujer y cabeza de escarabajo…
En La estación de la calle Perdido (2000) nos presenta China Miéville el complejo ecosistema de Nueva Crobuzón: los barrios, las diferentes razas y clases sociales, los opositores al gobierno corrupto, los siniestros agentes de la Milicia… Más los apuntes de los horrores y maravillas que existen más allá de la ciudad. Quizá éste es el único defecto que se le puede achacar a la novela; hay veces que, seguramente por sus muchas tardes desperdiciadas jugando al Dungeons & Dragons, la novela más parece el manual del jugador de Bas-Lag, el juego de rol, tanta es la información que ofrece. Aún así, la peripecias de Isaac Dan der Grimnebulin, mitad científico, mitad mago, para devolver a un hombre pájaro la capacidad de volar y las muchas complicaciones que de ello se derivan resultan de lo más absorbente.
En la segunda novela, La Cicatriz (2002) seguimos las desgraciadas aventuras de Bellis Gelvino, apenas citada en la primera novela y ni siquiera por su nombre, la pobre. Aquí el mundo se expande, viajamos mucho más allá de Nueva Crobuzón y conocemos mi ciudad ficticia favorita (que me perdonen Lankhmar y Ankh-Morpork): Armada. También aprendemos algunos secretos sobre la historia de Bas-Lag y. sobre todo, vamos desentrañado las capas de misterio que Miéville nos plantea. Sin duda, mi favorita de las tres.
Finalmente, El Consejo de Hierro (2004) es la más política de las tres novelas. Situada treinta años después de los hechos narrados en La Estación, volvemos a una Nueva Crobuzón más corrupta que nunca, envuelta en una guerra en una tierra lejana que pocos entienden. Menudean las intrigas y la revuelta popular amenaza con estallar. ¿No os suena de algo todo esto? Con tres tramas interrelacionadas y un inconfundible sabor a western, El Consejo de Hierro se puede leer como una simple fantasía o como un eco de la realidad. También es, de momento, la última incursión de China Miéville en la ciudad de Nueva Crobuzón y el mundo de Bas-Lag.
¿Volveremos en el futuro? No es descartable, si bien el británico no ha revelado si en sus planes se incluyen nuevas novelas que continúen con lo contado en El Consejo de Hierro. En todo caso, nos hallamos ante una lectura diferente, ideal para quienes busquen una alternativa a las dragonadas de siempre y que no le tengan miedo a las avalanchas de datos accesorios, a los giros de la trama, a las imágenes impactantes y a las alegorías de la realidad. También es ideal, por qué no decirlo, para aquellos másters con imaginación y recursos que quieran ofrecer algo distinto a sus jugadores. ¿Alguien se anima a probar y nos lo cuenta?
Lo primero es decir que sin lugar a dudas Ank-Morpork una de las mejores ciudades que ha salido de la mente de un humano y lo segundo que estoy a 150 páginas de terminar «La primera Ley» de Abercrombie y antes de ponerme con las novelas autoconclusivas estaba muy convencido a intentar leer aunque fuera en diagonal La Rueda del Tiempo hasta «Asedio a Tar Valon» y ahora tengo dudas de si es una decisión acertada
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Suscribo cada palabra, punto y coma de esta entrada. Mieville es, probablemente, mi escritor actual preferido y creo que jamás me he divertido tanto leyendo como con la trilogía de Bas-Lag. Sentido de la maravilla y estimulación cognitiva a todos los niveles sin parar, y todo envuelto en frikerío del bueno, con corazón y oficio.
Hola Ismael. Lo peor de China Mieville es que no parece que vaya a volver a Nueva Crobuzón a corto plazo.
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