
Míticos robots del celuloide (I)



Para hallar el origen de la narrativa de ciencia ficción marciana es necesario remontarse a finales del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana. Es allí donde, en 1898, el escritor Herbert George Wells comienza a publicar la que será, finalmente, su obra más famosa, La guerra de los mundos. Wells era ya un escritor de renombre gracias a novelas como El hombre invisible (1897), La isla del Dr. Moreau (1896) y, sobre todo, La máquina del tiempo (1895).

Marte, el planeta rojo. El vecino amenazador. El misterio al lado de casa. Durante siglos hemos visto a Marte como ese hermano mayor cuya colleja podría caer en cualquier momento, como un incómodo vecino de rellano galáctico capaz de liarla gorda e invadir nuestra casa a la menor ocasión. Nuestra eterna sospecha hacia Marte es la definición, elevada a la enésima potencia, de lo que significa ser humanos: la duda, la curiosidad y el miedo.

¿Qué tienen en común Hijos de la anarquía y La víbora negra? ¿En qué se parecen el Dr. Who y The Sandman? ¿Qué comparten las Memorias de un zombie adolescente y Planeta Prohibido? Básicamente, todas estas obras que encuadramos en el género (algunas más que otras) son hijas, directas o indirectas, legítimas o bastardas, de un mismo cerebro: el de William Shakespeare, el llamado «Bardo de Stratford», posiblemente el dramaturgo más importante de la historia y, desde luego, una de las figuras clave de la Literatura occidental.

El golem de Sleepy Hollow (2013), especialmente violento y rencoroso
Entre los mitos más importantes de la literatura fantástica y la ciencia ficción se encuentra el mito judío del Golem. Sus raíces se remontan a la Edad Media, posiblemente incluso antes, y es en la ciudad de Praga donde toma por fin forma y vida, que son las dos cualidades básicas del Golem.


La culpa fue de David Bowie. En este caso, Yoko no tuvo nada que ver. Pero Bowie… vamos, Bowie se vistió de spándex rojo, se pintó un rayo en la cara y lanzó uno de los mejores discos de rock de la historia… y, de paso, unió durante casi una década elementos que deberían haber permanecido separados: la lycra, la purpurina, el glam rock… y la ciencia ficción. Ahora ya jode, ¿eh?


La relación del cine con el diseño y el arte es de alimentación recíproca. Cada uno ejerce tal influencia sobre los otros que se podría escribir la historia de los últimos 100 años de Occidente a partir de las tendencias que predominan en cada momento en la gran pantalla.
He seleccionado algunos de los ejemplos más extraordinarios de la relación simbiótica entre cine de ciencia ficción, arte y diseño: son sólo gotas en un mar de muestras tremendamente interesantes, pero que dan buena cuenta de esta relación especial.
Ya hemos repasado de manera somera en qué consiste el género narrativo del Gótico Sureño y hemos visto algunas de sus expresiones más importantes en el cine y en el cómic. Queda, pues, el último gran medio de hoy en día, la televisión, que vive sus horas más gloriosas gracias al éxodo masivo de talentos hacia las series.

Hablando de series, el Sur de los EEUU siempre ha estado representado, de un modo u otro, en la producción televisiva estadounidense. Ya fuese de forma paródica (Los Dukes de Hazzard, por ejemplo) o histórica (Norte y Sur), no han faltado nunca referencias al complejo mundo que queda por debajo del cinturón bíblico. En cuanto al Southern Gothic, valga decir que está viviendo una gran época. Mirad, si no.